Dios tiene la culpa



Hace más de 10 años que experimente uno de los dolores más fuertes y/o difíciles en la vida. La pérdida física de papá. Murió de un infarto fulminante producto del deterioro de sus pulmones por la cantidad de nicotina y no logro resistirlo. Minutos antes que cayera tendido en el suelo de aquel precario ambulatorio, algo me dijo, o sentí, en mi interior la necesidad de abrazarlo con mucha fuerza, decirle -"te amo"- y darle gracias por todo. Mi YO inmaduro de aquella época pensó: - cuando salgamos de aquí lo hago, me da pena -. Segundos después lo estaba abrazando, pero él no a mi. Le estaba gritando pero no era te amo sino ¡Ayuda por favor! Murió en mis brazos. De regreso a casa, yo sujetaba a mi descompensada madre y papá en una caja de madera.

Como una lluvia de meteoritos en el espacio, surgieron millones de preguntas e hipótesis de la nada. La fe quiere hablar pero la razón se para sobre una silla y grita desaforadamente. - Dios ¿por qué te lo llevaste? ¿Por qué en este momento? ¿Por qué no una persona mala? Por qué, por qué y por qué.

Rápidamente buscamos culpables y soluciones mágicas en un momento tortuoso como ese. Amigos y hermanos se acercan y nos recitan textos bíblicos pero las neuronas están muy saturadas de raciocinio como para dar lugar a lo Divino. La conclusión tardía y tajante se la atribuimos a Dios. Ya que si él es el dador de vida ¿por qué se lo llevó? Si él es el amor ¿por qué fulano o mengano me dejo? Si él es proveedor ¿ por qué no tengo esto o aquello? Si él todopoderoso ¿por qué no lo sana? Si él creó todas las cosas ¿por qué no hace esto o aquello? Con rancia astucia humana, levantamos al Juez Celeste de su trono y nos sentamos engullidos de "EGO" para dar sentencia a aquel que menos culpa tiene.

¿Culpa? interesante fenómeno puramente humano que se camufla sutil y perfectamente en situaciones adversas. Nuestra primitiva naturaleza codifica la propia culpa en una proyección hacia lo demás, en especial hacia Dios. Es un defecto intrínseco que surgió en los primeros modelos humanos y que no es defecto de creación.

¿Recuerda a Adán y Eva en el edén? Capítulo 3 de Génesis, relata su historia. Habiendo Dios creado todo un mundo para ellos y dándoles instrucciones para el buen uso y goce de la creación. No tardó mucho tiempo, cuando la personificación de la Culpa, es decir, Satanás (Gén 3:1), compartió de su resentimiento y falta con la creación de Dios al implantarles en el cerebro la idea de ser como Dios y desafiar su autoridad; desobedeciendo sus instrucciones y haciendo lo que prohibió: comer del árbol del bien y del mal Gén 3:4.

Hace unos días conversaba con un amigo,no creyente, sobre ese tema y me decía: - la culpa del pecado la tiene Dios mismo, porque ¿para qué pone ese árbol allí si no se podía comer? Si no quería que comieran de él pues no lo hubiese puesto. El propósito de Dios es que el hombre y la mujer pecaran. Argumento, insostenible e infundado, pero es la respuesta de un humano que esquiva la responsabilidad del mal uso del libre albedrío como un ser ordinario y común.

¿Acaso no es esto lo que hacemos cuando estamos tan ahogados por nuestras propias decisiones? Esquivar responsabilidad, cuando ya no vemos respuestas porque las agotamos todas y la última opción para "ver" es Dios. Con la misma naturaleza que Adán, cuando Dios lo llamó (Gén 3:9) a rendir cuenta por su mala acción, culpó a Eva (Gén 3:12), y ésta a la serpiente (Gén. 3:13). Así mismo, buscamos causantes de los que nos sucede cuando todo está en caos. Incluso hay un libro referente a esto: La culpa es de la vaca.

Aquel momento cuando bebía del trago amargo del duelo junto a mi familia. Quiero decir, mientras estaba en el velorio de papá. La serpiente antigua entró en mi Edén mental, me cerco con innumerables dudas respecto a Dios y echarle la culpa de lo acontecido. Como es común de la serpiente, me hizo sentir tan deprimido que tuve 3 intentos de suicido en un día (creo que es primera vez que lo digo en público). Comí del árbol. Me vi como una víctima de las "manipuladas cuerdas de Dios". Y determine que Dios era el culpable de que como hijo menor tuviera que asumir la tarea de un cabeza de hogar. De batallar con la tensión emocional en mi mamá por la inesperada muerte. Y de un sin fin de cosas más, que por espacio y privacidad prefiero no relatar.

Pero aún así, cuando el juez,  jurado y abogados de la defensa, es decir "El Yo", se han levantado y dicho: - Dios, eres culpable -. El Señor del Universo sigue llamándonos con amor.  Cubriendo nuestra desnuda, raquítica y miserable razón humana con pieles (Gén. 3:21) de misericordia y gracia. Haciéndose cargo del que anda como León rugiente buscando devorarnos (1 Pe. 5:8). Y explicándonos, con severidad, paciencia y amor, la razón y el propósito de la tormentosa situación. Porque hasta ese momento escucharlo no era necesario.

La Santa, Divina y Perfecta presencia de Dios  frente al humano refleja con tanta claridad y detalle la culpa del hombre, el pecado en él. Claro eso sí se le permite esa molestosa cualidad. Quizás es por eso que Dios es el último recurso que pensamos. Nos damos cuenta que toda la culpa que señalábamos  con tanta pasión y ahínco era la propia y no la del Creador.

Luego de aquellos intentos de quitarme la vida. decidí auxiliar mi convaleciente alma y sobrecalentada mente en Dios. Como una suave brisa llego un pensamiento, en aquel cuarto de herramientas de papá con una objeto punzo penetrante en mano, me sugirió: Da gracias a Dios, no preguntes, solo agradece. Me pareció lo más absurdo y fanático que podía hacer en el momento, pero ¿que más da? ¿Que podía perder? Ya todo lo había perdido. Cansando, angustiado, deprimido y desesperanzado. Abrí mis labios, y con lágrimas en los ojos dije: - Gracias Señor -.

No pasó nada extraordinario, honestamente pensé que si, pero lo dije una segunda y tercera vez y todavía nada. Lo expresaba sinceramente y con fe, pero no veía resultados instantáneos. Volví con la gente que me acompañaba en el velorio y guarde lo que me sucedía.

"Gracias Señor" repetía y poco a poco comencé a sentir como si me quitaran pedazos macizos de hierro de encima. Con los días, pude descifrar que aquella muralla que se caía a pedazos por los contundentes golpes de la plomada "Gratitud" era mi culpa. Después de 6 meses, aproximadamente, entendí el propósito de Dios conmigo, mi familia y con mi padre. Y aunque lo extraño mucho ahora, estoy convencido que dónde está es mucho mejor.

Al igual que yo, de pronto estás pasando por una crisis de cualquier tipo donde ya sentencias a Dios como culpable. 

Esto puede suceder más de una vez en la vida, pero todo depende de tu actitud hacia Dios. Hay que atribuirse que la verdadera culpa de todo lo que pasa, es por las decisiones que tomaste, o que tomó otra persona como en el caso de papá. Si Dios no hubiera intervenido con Adán y Eva, la historia de hoy fuese completamente distinta. Si no dejas que Dios intervenga en tu historia, no esperes finales felices pues, aunque no lo parezca siempre, Dios es experto en poder transformar lo negativo en cosas verdaderamente positiva (Ro. 8:28). Si lo dejas. Si lo dejo.  

Entretanto, usurpes la silla de juez en tu tribunal y juzgues a diestra y siniestra, tu verdadera culpa te aplastará como si aumentarán la gravedad de la tierra cincuenta veces su valor actual. Será tu propia sentencia de muerte y lo peor podrías quedar separado de Dios para siempre.

Si mi historia te parece aburrida, irreal o poco convincente. ¡Olvídala! La de Jesús es mucho más veraz. Muchas cosas lo afirman. Y en su muerte cargo tu culpa y la mía (Is. 59;4), no teniendo culpa de nada. Resucitó para acudir a él cada vez que La Culpa llegue a nuestras puertas para responsabilizar a Dios de todo lo que ocurre. Su inocencia y falta de pecado, es como un espejo reluciente donde podemos mirarnos cada vez que nos sintamos culpables de algo. Él  promete líbrarnos de ese peso si confiamos en Sus instrucciones.

Dios te fortalezca, ayude y de paz.

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