Arraigado
Les pido que, por
medio del Espíritu y con el poder que
procede de sus gloriosas riquezas, los
fortalezca a ustedes en lo íntimo de
su ser para que por fe Cristo
habite en sus corazones. Y pido que, arraigados
y cimentados en amor, puedan comprender, junto con
todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro
conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios. Efesios 3:14-17
Dios
siempre está usando en la biblia ejemplos o analogías para poder entender los
profundos y complejos principios Divinos. Hoy tenemos la comparación que hace,
por medio del apóstol Pablo, del creyente como una planta o árbol y de su valor
de estar cimentado en un terreno bueno (Jn. 4:20) y arraigada con suficiente fuerza (Col. 2:7).
En el
mundo vegetal existen muchas clases de plantas que son de raíces superficiales
y tienen un promedio de vida bastante corto en contraste con las plantas de
raíces profundas. La palmera, por ejemplo, es una planta interesante que crece
en lugares áridos y sus bases deben profundizar el suelo lo suficiente para
hallar una rica fuente de agua y minerales y así desarrollarse. Es por eso, que
cuando hay ciclones o huracanes las palmeras resisten la fuerza del viento y
son capaces de flexionar su tronco para sobrevivir al embate eólico.
Pues Dios,
que es el creador de toda forma de plantas o árboles, nos ha hecho, a ti y a mí,
por encima de ellas (Gn. 2:15). MEJORES. Y la comparación sirve para entender
los propósitos de Dios en nuestra vida. ¿Tus
raíces están profundas o superficiales?
¿En qué suelo estás plantado? ¿Estás preparado para resistir una
tormenta en tu vida?
Bien, los
versículos de hoy nos motivan a ser, nuestra fe, como las palmaras o el roble. Nos muestran el terreno fértil donde debemos arraigarnos y
cómo hacerlo:
- Gloriosas riquezas: Dios tiene muchas riquezas EN GLORIA. Es importante destacar que no hay promesa de riquezas materiales en la biblia, es decir, carro, teléfono caro, ropa de marca por seguir a Jesús. Con frecuencia, el terreno en el que queremos estar todos es el que tenga riquezas materiales, el dinero es lo que más vale para algunos y allí muchos se desgastan y secan. Dios tiene bendiciones espirituales, ya que humanamente no podemos crecer en el espíritu (interior) sin la ayuda del Espíritu Santo (Ro. 8:16). Lo material se queda aquí cuando morimos, pero lo espiritual transciende a lo eterno
- Concede: Por su Gracia, Dios nos libra de aquello que merecíamos. Jehová es el dador, depende de él, por él creemos, crecemos y estaremos por siempre con él en el cielo. No podemos hacer nada para ser fortalecidos, Dios lo da conforme a Su voluntad.
- Fortalecer con Espíritu Santo el corazón: Es nuestro interior, el corazón, el centro de nuestras decisiones, sentimiento y voluntad donde debemos ser fortalecidos. Dios desea que nos arraiguemos en él y que podamos robustecer nuestras raíces, tronco y ramas. Cuando crecen las raíces en Jesús todas las áreas de la vida se ordenan y fusionan con Sus propósitos.
- Propósito: La razón por la cual necesitamos arraigarnos en Jesús es que él habité en ti y en mí. Esta es la garantía de todo creyente. Para actuar como Cristo debemos contar con Su presencia habitando dentro de nosotros. Sin eso, no se puede demostrar el carácter de Jesús. En consecuencia, para ser un árbol frondoso y grande se debe seguir el camino de Jesús en el Salmo 1.
Como podemos ver por medio de estos versículos, todos
tenemos raíces y éstas se van extendiendo en la vida a medida que crecemos.
Como toda planta, requerimos de todo un ambiente propicio para crecer y dar
fruto. De pronto, tú no has tenido la oportunidad de crecer en un terreno
fértil sino árido, contaminado o poco nutrido y te ves abandonado como un árbol
viejo y casi seco. Quizás, tienes ramas secas y múltiples marcas en tu corteza
de las batallas del pasado. Pero hoy, Dios te recuerda que él es un jardinero
EXPERTO (Jn. 15:1-17), que donde todo el mundo ve sequía, fealdad y falta de
ornato; Jesús ve vida, esperanza, amor y CRECIMIENTO.
Así que, pon tu vida en sus manos, deja que haga la
dolorosa, pero necesaria, tarea de podarte, que quite esas ramas secas y feas
que lentamente quitan la sabia Divina en tu vida. Deja que te quite los parásitos
que te están comiendo lentamente, quiero decir, esos vicios, amigos, mañas o
pecados que te secan en lugar de vitalizar. Permite que te abone con Su
palabra, que te riegue con el agua abundante de Su Espíritu, que afloje la
tierra donde estás y puedas ser trasplantado a Sus terrenos que son mucho
mejores.
Por último, deja que te cuide. Él es quien te formo, dio
vida y te mantiene con ella, no siguas huyendo de Su presencia. No sigas siendo
el árbol atrofiado del bosque, deja que te pueda mostrar para qué fuiste hecho
y que CREZCAS a la estatura del mejor árbol que podemos llegar a ser, que es
Cristo.
Heriberto Fernández (El Tysher)
Adaptación de taller de Keith Carson
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