¿Necesitas una ballena?



La ballena azul es uno de los animales más grandes en el mundo. Tiene un estilo de vida bastante tranquilo en las profundidades del mar. Alguna de las cosas que hace es cantar, salir a la superficie a tomar aire y, en casos muy extremos, engulle hombres desobedientes a Dios para darles una lección.

Como puedes intuir el tema de hoy, el profeta Jonás es uno de los hombres que experimentaron esta rara y particular habilidad de los cetáceos. Antes que me satures de comentarios científicos pro Animal Planet, déjame explicarte las razones.

La historia de Jonás es muy popular porque desde niños nos enseñan la canción: Jonás no le hizo caso a la palabra de Dios, por eso al mar profundo la gente la tiro, y vino un pez muy grande y ¡GLUM! Se lo tragó, porque no le hizo caso a la palabra de Dios. (Seguro lo lees cantando). Esta canción, y la narración, contienen unas enseñanzas muy valiosas para nosotros hoy. Dios puede seguir usando animales, como la ballena, para hacernos regresar a Su voluntad cuando estamos lejos y desobedientes. ¿Cuán cerca de Dios crees que estás hoy? ¿Necesitas una ballena para volver a Dios? Acompáñame a ver lo que pasó al profeta Jonás para que puedas responder estas preguntas.


  1. Jonás huye: Dios le había dado una misión a  este hombre de ir a la ciudad de Ninivé a predicar (Jon. 1:1) pero el siervo de Dios decidió huir a Társis, porque no estaba de acuerdo con el cometido de Dios.  Con frecuencia estamos huyendo de lo que Dios quiere para nosotros pues luce aburrido, poco atractivo o emocionante. Lo que queremos está en dirección contraria a la de Dios y eso es desobedecer. Y no seguimos a Dios sólo por no predicar, sino por ignorar, evadir o pasar por alto Su voluntad para nuestra vida.
  2. La huida de Jonás afecta a otros: El desertor toma un barco y Dios, como suele hacerlo, desató una tempestad para hacer recapacitar al profeta, por lo que las demás personas atradas comenzaron a clamar a sus dioses y a  echar todas sus pertenecías al mar. ¿Y Jonás? El dormía profundamente en el fondo del barco (Jon. 1:4-7). Cuando se toma la decisión de caminar contrario a Dios se piensa que todo saldrá bien y que mi vida ahora estará relajada y tranquila. Pero no es así. Desobedecer los principios de Dios desata una tempestad en nuestras vidas que afecta a los que me rodean y a mí. la Biblia dice que "Si uno sabe hacer el bien y no lo hace, está pecando" (San. 4:17) allí, es donde arrastramos a los demás en plena tormenta, ya que el concepto de malo comienza a mitigar el concepto de lo bueno y comenzamos a hacer todo lo que antes era prohibido para Dios. Caemos en un sueño profundo de rebeldía hacia Dios, ignorándolo y evitando sus llamados.
  3. Jonás asume la culpa y se arrepiente: Las personas en el barco, al darse cuenta que Dios perseguía a Jonás (Jon. 1:9-10), le reclamaron y él asumió su responsabilidad y decidieron lanzarlo al mar, donde Dios le tenía un submarino de lujo para hacerlo recapacitar por 3 días. ¿Te imaginas cómo debe ser estar en el estómago de un gran pez por 3 días? Sí, un asco. Incomodo, movimientos involuntarios rodeado de ácidos gástricos y restos de plancton. Pues, aquel escenario lo uso el Señor para que el desertor analizará las motivaciones que lo condujeron a huir de Su propósito y tomar aquel camino desobediente.

Para nosotros, la vida en desobediencia a Dios es muy parecida. Las personas que nos rodean pueden estar disfrutando con nosotros pero de pronto comenzarán a señalarnos y abandonarnos yendo en pos de sus dioses e intereses. Algunos te arrastrarán como hijo de Dios a adorar a sus dioses, y es allí donde Dios comienza a llamarnos de distintas maneras. Hasta que asumimos que estamos lejos del Salvador y dejamos todo para caminar hacia a él.

Aquí es donde a muchos nos gustaría "no seguir más a Dios". Cuando estamos en el estómago de nuestra ballena. Seguro Jonás gritaba y golpeaba las paredes del gran pez en busca de auxilio, hasta que entendió que ese incomodo lugar era el lugar más seguro del mundo para él. Así mismo, Dios permite situaciones que son como el estómago del pez, incómodas, insoportables, difíciles y dolorosas con el fin de que trabajen nuestro carácter y nos hagan depender más de él.

¿Es un malvado Dios por meternos en aquel apuro? No, la condición en la que estamos la atrajimos nosotros mismos por las decisiones tomadas. Dios lo que hace es crear salidas emergentes para que podamos escapar de aquel final mortal. 3 días fueron suficiente para que Jonás comprendiera lo que tenía que hacer. Para algunos, al resistirse a Dios, pueden tardar meses o años en comprender que nunca debieron caminar en desobediencia a Dios Padre (Lc. 15:11-32).

Yo he tenido varios momentos en mi vida en los que he pagado un ticket VIP  para el submarino Ballena. Donde aislado de todo, he tenido que buscar de Dios, analizar y reconocer mis errores, y escuchar a mi Señor en aquellas oscura habitación estomacal. Es en esos momentos precarios, desconectados de la distracción terrenal, que vemos nuestra verdadera condición y localizamos la inmensa necesidad de Dios.

Jonás fue escupido por su transporte subacuático en las costas de Ninivé, fue hizo lo que Dios le pidió y la ciudad entera recibió el mensaje. El final feliz casi siempre está en las historias que son guiadas por Dios, sin embargo, con los días Jonás contendió con Dios nuevamente pues le parecía injusto lo que estaba haciendo con Ninivé. 

No le bastó el recorrido marítimo sino que nuevamente se paró enfrente del Creador a discutir y poner en tela de juicio la justicia divina. ¿No se parece esto a nosotros? Claro que sí, después de pasar por un proceso divino y estar normales olvidamos rápidamente nuestro propósito, fe y al Señor. Nos vemos envueltos en otro episodio de desobediencia. ¿ por qué? Porque así somos los humanos, queremos pararnos frente a Dios a decirle cuán injusto es, cuán equivocado está, cuán malvado es, etc. Pero, Dios esta allí para recordarnos los tontos que somos en pelear con él y lo valioso que somos para él, que no se detiene en ningún momento, ni deja pasar cualquier tiempo, para rescatarnos de nuestra miserable condición y restituirnos en Su presencia (Is. 41:13).

No sé en que parte de la historia estás. No sé si estás en la barca, en plena tempestad, en la ballena, si estás ya en Ninivé o volviendo al inicio del círculo peleando con Dios. Lo cierto es que Jonás nos enseña que mientras más orgullosos y rebeldes seamos, nuestras decisiones nos llevarán a situaciones extremas , casi de muerte, pero que Dios está presente en cada momentos para enviarnos la ballena, es decir, su salvoconducto para hacernos recapacitar de nuestra manera de vivir y darnos una nueva oportunidad en Su propósito y plan para ti y para mí.

Heriberto Fernández (El Tysher)



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